sábado, 11 de septiembre de 2010

Hace 37 años fue derrocado y muerto el compañero Presidente Allende

Es derrocado y muere el Presidente de Chile, Salvador Allende, en un golpe militar que abrió un obscuro tiempo político en el país austral que se prolongó por más de 15 años en el que se negaron las libertades públicas y los principios constitucionales y se impuso la represión, el autoritarismo y el fin de las políticas socialistas que inspiraron al depuesto Presidente.

El 11 de septiembre de 1973 tuvo lugar en Chile el golpe militar del general Augusto Pinochet, patrocinado por Estados Unidos, para derrocar el Gobierno democrático presidido por el socialista Salvador Allende. Mientras, en una acción sin precedentes, unidades del ejército atacaban el palacio presidencial de La Moneda, en Santiago, y aviones militares lo convertían en blanco de andanadas de sus bombas, el presidente Allende luchaba con casco y fusil intentando defender a su patria del golpe fascista que haría de Chile un país de represión y muerte durante 17 nefastos años.
Allende vive
Transcurridos 37 años de su muerte, la figura emblemática de Salvador Allende permanece viva. La lucha por los derechos humanos y en contra de la tiranía impuesta en Chile por el bastardo Augusto Pinochet debe permanecer en la memoria colectiva.
Allende vive en la conciencia de los pueblos libres, en el corazón de quienes ejercen la libertad como un valor que nos aleja de toda forma de opresión. La sangrienta dictadura que se alojó en La Moneda durante 16 años, desde del 11 de septiembre de 1973, marcó el destino de Chile y lo condujo por una larga noche llena de asesinatos, torturas, desapariciones forzadas, terror y exilio.
El triunfo de la Unidad Popular el 4 de septiembre de 1970, lleva por vez primera a un socialista a la presidencia. No fue necesario el uso de las armas para reconocer que un pueblo puede asumir su soberanía desde el voto popular; sin embargo, el respeto a las decisiones colectivas empezó a ser minado desde el seno de las Fuerzas Armadas. Los “gorilas” no aceptaron jamás que los representantes del pueblo ejercieran el poder y menos la llegada de un socialista cuyo pensamiento y acciones estaban dirigidos a mejorar las condiciones de vida de sus compatriotas.
Erradicar todo vestigio de libertad fue desde el comienzo la meta del sátrapa. Acompañado por la cúpula empresarial y la reaccionaria derecha chilena, Pinochet se encargó de violar sistemáticamente todo derecho de los chilenos a ejercer su soberanía.
El compañero Presidente nunca traicionó a los obreros ni campesinos, no se dejó sobornar por los intereses foráneos y siempre se mantuvo fiel a los ideales que pregonaba; entonces, su posición noble desató un odio feroz entre las agrupaciones fascistas que resolvieron acabar con su gobierno asaltando el poder legítimamente constituido.
La reacción chilena usó fórmulas sugeridas por Estados Unidos para romper el hilo constitucional. Los acontecimientos de septiembre de 1973 y sus posteriores consecuencias son un claro ejemplo de los peligros que representan las posiciones de la derecha fascista y la intervención del imperialismo norteamericano. Abatir a un pueblo irrespetando los más elementales principios de humanidad conlleva al desconocimiento y violación de los derechos humanos que son inherentes a toda persona.
Aún permanece en la memoria del mundo las sangrientas acciones de Pinochet y sus cómplices. No podemos olvidar a quienes se sacrificaron en la lucha por la democracia, a quienes se inmolaron por ver de nuevo a su patria libre de la dictadura.
Allende vive en el corazón de Chile.
José Gregorio González Márquez

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