viernes, 17 de septiembre de 2010

LA GUERRA LEGISLATIVA

La guerra legislativa
En el caso venezolano tenemos las competencias legislativas que en dos semanas dará un nuevo rostro al poder que legisla
Mario Forti
La lucha por quién legisla en Venezuela revolucionaria. Hoy cambia el curso de los acontecimientos electorales destinados a dar a luz una nueva fase del proceso histórico venezolano. Cambia la dirección mental del elector que está vivo frente a la guerra de IV generación que se desarrolla plenamente en su propia mente.
Creemos que la lucha de poder engendra mucha confusión en quienes no tienen profundas convicciones guiando sus pasos. En el caso venezolano tenemos las competencias legislativas que en dos semanas dará un nuevo rostro al poder que legisla. Un sector del país votará por que la burguesía y su estado capitalista siga legislando para la corrupción, la burocracia y el soborno, reglas del juego capitalista en el campo financiero, político, militar y religioso. Por el otro lado tenemos un sector capitalizado para legislar con la gran mayoría organizada en poder popular, la institución de un poder colectivo que ha parido la revolución bolivariana dentro del monstruo capitalista y sin disparar un solo tiro.
A partir de hoy comenzaremos a profundizar en la razón absoluta y no relativa del porqué se pelea tanto en este momento histórico y cuáles serán las consecuencias si perdemos. La necesaria conciencia de la responsabilidad para sostener el poder que el pueblo ha logrado será un impulso que se socialice inclusive llevando a cuesta cadáveres queridos y respetados.
El sector dominante, pretende estigmatizar tanto al líder como al proceso de movimiento que ampara la violencia y produce víctimas en la total inseguridad que vive según sus ojos. Mentirá para darle forma a un estado forajido y mostrarlo en el infinito pulpo mediático mundial generando una imagen terrorífica y afín al terror que el mundo rechazará compulsivamente.
En Venezuela no tenemos tiempo para la discusión ilusa y sólo con el pretexto de ganar o perder tiempo. Sabe el venezolano que se juega entero este 26 de Septiembre, porque sabe que no quiere nada más con el pasado. Perfeccionando el presente augura una realidad próxima a la felicidad suprema de haber logrado responsablemente lo mejor para todos en su país. Y no sólo para algunos, acostumbrados a oprimir.
Conocemos tras once años de cambios que estamos siendo testigos de un proceso que nos lleva en transición a un estado socialista comunal bolivariano dentro de los esquemas del viejo sistema capitalista ejerciendo un poder hegemónico en todo el planeta.
Sabemos que nuestra revolución no es como la del Che, Fidel, Sandino, Salvador y otros como ellos; sabemos que hemos logrado lo que logramos todo dentro del sistema capitalista y dentro de sus poderes “democráticos”. Nuestra revolución está legitimada por eventos electorales que la justifican. Sin embargo no somos tontos para creer que ya hemos logrado un fin determinado.
Hemos propuesto una alternativa saludable en un territorio determinado con una población capacitada para ejercer el derecho a ser soberano. Que este impulso se haya expandido por todo el continente no es nuestra culpa.
Si el terrorismo fascista no lo impide iremos a ejercer el derecho al voto en un mundo que no cree en el sufragio universal más que en el dinero de papel pero que los movimientos populares están cambiando la vieja estructura del estado burgués, la está cambiando. Y la prueba es que más gente se incorpora al proceso protagonizando su destino colectivo y participando en un movimiento que es consciente del tránsito social que vive y que el camino al socialismo es un norte mayoritario y lo distingue de otros movimientos.
Tras el Caracazo el país no ha parado de estar dentro de un torbellino de cambios profundos que seguramente estarán señalando el final de un espacio de tiempo determinado y final en una cronología revolucionaria buscando llevar al oprimido a un lugar digno y soberano.
21 años de una guerra socializada por los medios privados y públicos de la nación el pueblo se sabe inmerso en una batalla sin parangón. ¿Se sabe? 11 años de un dinamismo colectivo deben haber dejado en el pueblo un sentido de la percepción de cuándo un acontecimiento es crucial y cuando no. Este 26 lo es, este día es clave para todos, y determinante, señala un final.
Nosotros esperamos sea el final de un estado burgués y elitesco, queremos un estado socialista que sirva a la comunidad organizada a hacerse cargo de sí misma. Y a imprimir en el folklore del nuevo mundo un principio fundamental: la solidaridad.
Ellos siguen pensando en ellos mismos y generando respuestas violentas porque el ego está herido, y su imagen sufre y duele y causa dolor a otros tornándose perjudicial para el resto. Una minoría enferma, herida y super violenta, disociada y criminal se considera resistiendo el embate de una dictadura del proletariado caribeño en la primera década del 3er milenio. Este sentimiento de víctima lo aumentan desde el exterior canales y prensa privados.
El 26 elegimos por el poder popular o por el capitalismo no hay otra discusión. No puede haberla aún criticando que este poder popular nació dentro del sistema capitalista.
Nuestra victoria lo será contra la abstención después de habernos asegurado de haber expandido el perfume sagrado de la revolución socialista bolivariana. ¡Necesario es vencer ahora!

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